Ya ha pasado más de un año desde que apareció el COVID-19, que ha tenido un impacto económico enorme en todo el mundo, por no hablar del sanitario.
No obstante, en lo referente a los bancos, el marco regulatorio de Basilea III y las acciones que han llevado a cabo los agentes económicos de distintos países han permitido que estos afronten esta crisis desde una posición bastante sólida.
Algunas de las medidas adoptadas por las autoridades reguladoras y supervisoras han sido:
– Posibilidad de uso temporal de los colchones de capital por las entidades, salvo el colchón para entidades sistémicas.
– Liberación de los colchones anticíclicos por los supervisores nacionales.
– Posibilidad de operar temporalmente por debajo del P2G.
– Posibilidad de utilizar instrumentos no CET1 para cubrir parte de los requerimientos de capital del Pilar 2, hasta un máximo del 43,75%.
– Ampliación del supporting factor reduciendo los requerimientos de capital por riesgo de crédito sobre las exposiciones con SME y financiación de infraestructuras.
– Tratamiento más favorable de préstamos garantizados con pensión o salarios.
– Exención de la deducción de los fondos propios, sujeto a ciertas condiciones, de los activos de software.
– Prórroga de dos años adicionales del periodo transitorio de aplicación de la norma IFRS 9 a efectos del cómputo de fondos propios.
– El criterio de días impagados a efectos de definición de default excluirá los periodos de moratoria.
– El criterio de unlikely to pay como criterio de default, se aplicará sobre la capacidad de repago acorde al calendario reestructurado del préstamo.
– En el caso de las moratorias legales o sectoriales, al no tratarse de moratorias específicas que respondan a los problemas particulares de un prestatario, no se considerarán automáticamente como forbearance o distressed restructuring.
Así, podemos deducir que el sistema bancario ha sido parte de la solución y no del problema gracias a que ha actuado con rapidez y pragmatismo.
Respecto a las acciones para flexibilizar la liquidez, la situación no ha requerido su utilización por parte de las entidades ya que estas se dieron prisa y fueron contundentes al asegurar la fluidez necesaria a los mercados financieros. En cuanto a las medidas de flexibilidad de capital, estas han tenido un impacto escaso y las entidades incluso han reforzado sus ratios.
Por último, sí podemos afirmar que se ha conjurado, al menos hasta la fecha, el peligro de credit crunch gracias a los avales públicos recibidos.
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Autor del articulo: Nemesis Formación