Alejandro Franco
En Mayo de 2018 ya indicábamos en Nemesis que hacer previsiones económicas a medio plazo no parece por lo general una buena práctica, pero en este caso hicimos una excepción advirtiendo de que en breve iniciaríamos un nuevo ciclo económico en Europa y Estados Unidos; la vuelta a la normalidad para algunos países desarrollados que vienen de contextos de tipos de interés al 0%, contrastaría con una más que evidente inestabilidad para las economías emergentes, que se enfrentarán al doble reto de controlar la inflación y la depreciación de sus divisas locales.
Está sucediendo con fuerza en Turquía esto que predecíamos.
En el país otomano el sector de la minería representa el 1.4% de su producto interior bruto, por tanto los recientes aranceles de la administración Trump sobre el acero y aluminio (hasta el 50 % y 20 % respectivamente), afectan gravemente, pero no pueden ser la única razón subyacente sobre el desplome de la lira turca.
Y es que la relación bilateral con estados unidos no es buena. El apoyo estadounidense a milicias kurdas en Siria que Ankara considera «terroristas» es un motivo de discrepancia, la negativa por parte del gobierno de Trump de extraditar al predicador islamista Fethullah Gülen responsable del fallido golpe de Estado de 2016, es otro motivo relevante y la culminación sería la firme convicción turca de seguir comprando petróleo y gas a Irán, sin hacer caso de las sanciones impuestas por el gobierno norteamericano sobre el programa nuclear del país Persa.e
«Pero al margen de estos problemas políticos, la economía turca cuenta con una mezcla explosiva compuesta por un 16% de inflación interanual, unos tipos de interés del 18.9% que no dejan mucho margen de política monetaria si lo que se pretende es favorecer la inversión extranjera y un déficit comercial del 6%»
¿Quién es Fethullah Gülen?, pues simplemente la persona que promovió las investigaciones por corrupción que afectaron al ejecutivo del presidente Erdogán, a través de su imperio universitario y de medios de comunicación como son el diario Zaman y su Hizmet, o cofradía religiosa, con la que se codea con las fuerzas vivas del país, que controlan las relaciones dentro del mundo empresarial turco.
Gülen se refugia en Norteamerica porque es el enemigo público número uno de un presidente totalitario, que al igual que su aliado ruso, cuenta con un fuerte apoyo dentro de sus fronteras. No se debe menospreciar este fuerte apoyo, porque cualquier cambio de gobierno está descartado en el corto plazo dentro de Turquía, pese a la presunta guerra comercial que estamos viviendo en estos momentos.
Pero al margen de estos problemas políticos, la economía turca cuenta con una mezcla explosiva compuesta por un 16% de inflación interanual, unos tipos de interés del 18.9% que no dejan mucho margen de política monetaria si lo que se pretende es favorecer la inversión extranjera y un déficit comercial del 6% .
La caída del 70% de su divisa no es más que una reacción a estos problemas trascendentales que probablemente si no se corrigen, pronto derivarán en una intervención del Fondo Monetario Internacional.
En Europa debería de preocuparnos la situación de la Economía Turca porque el 50% del comercio exterior de este país se realiza con la Unión Europea. Además este país ejerce un papel de control de Fronteras acogiendo a 3,5 millones de refugiados Sirios, recibiendo por su puesto la financiación de Bruselas, que en los últimos años ha sido bastante relevante (superior a los 3,000 millones de euros).
El riesgo de contagio es evidente, tanto económica como políticamente. Confiaremos en que las amenazas veladas por parte de los mandatarios internacionales se suavicen durante el periodo estival, que el gobierno turco genere confianza en su economía a través de políticas monetarias acertadas de su banco central y que los inversores internacionales sean conscientes de la oportunidad que puede suponer invertir en el país árabe más moderado en estas condiciones.
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