Puede-incluso-que-aumente-el-PIB-durante-2020

Para atender la gravedad de la situación actual,

creo que deberíamos prestar atención al déficit público, y al ratio de deuda en relación a ese producto interior bruto

Esta mañana he amanecido revisando las previsiones del producto interior bruto que sobre España realiza el Fondo Monetario Internacional. Ni los planes de estabilización de los años 60, ni la crisis del petróleo de los 70, la entrada de España en el mercado común en los 90, por supuesto tampoco la crisis subprime del 2007, ni siquiera el estallido de la burbuja inmobiliaria, habían generado unas expectativas tan negativas de crecimiento. Habría que remontarse a la guerra civil española en 1936 para ver una caída tan súbita del PIB explicada en estos términos.
 
Después de leer estos artículos tan demoledores, a alguien le podrían venir ganas de desempolvar su arma (solo por si acaso), tirarse por la ventana para evitar el sufrimiento, u ofrecerse voluntario para que la ciencia experimenta con él, durante la emergencia de las vacunas del Covid 19.
 

La situación es muy grave, no cabe duda, pero no desesperemos. Sin ánimo de frivolizar, si no sabemos con seguridad el tiempo que va a hacer mañana en Madrid, ¿Merece la pena creer a pies juntillas una previsión de recesión de un 8% para España, casi idéntica a la que se registró en 1936?, ¿Realmente son escenarios comparables?. Yo creo que no. Sin ánimo de contradecir a los economistas que han estudiado la situación durante muchos años, me gustaría expresar unas ciertas reservas a esta previsión, basándome en hechos comparables e intuiciones basadas en datos.

En los años más cruentos de la segunda guerra mundial, estamos hablando de 1943, cuando las tropas del eje y los aliados se debatían en las batallas de Stallingrado, Italia, el Océano Pacífico, (casi nada) la producción en los países del eje calló desde los 903 miles de millones de dólares, a 895, y en los países aliados lejos de decrecer, aumentó significativamente, desde los 1,906 en 1942 a 2,203 miles de millones en 1943, (siempre según fuentes historigráficas).

El 11 de Marzo de 2011 cuando un terremoto de magnitud 9 asoló Japón provocando un tsunami en la costa noreste, la planta nuclear tuvo tres fusiones nucleares, tres explosiones de hidrógeno y la liberación de contaminación radiactiva provocando 150,000 personas trasladadas y un área de exclusión de 20 kilómetros.
Los daños por el cataclismo se valoraron en 75,500 millones y el PIB del país nipón subió desde los 5,700 miles de millones de dólares en 2010, a 6,157 miles de millones en 2011.
 
No parece por tanto que las guerras y las reconstrucciones posteriores a los cataclismos, sean algo tan nefasto en términos de producto interior bruto. Quizás tenga que ver con esto, la forma de calcular el PIB. En este sentido hay tres métodos para medir el producto interior bruto.
Método del gasto (es decir sumar el valor a precio de mercado de todas las compras realizadas de bienes y servicios finales), el método del valor añadido (la suma de las ventas u oferta de los productores, descontando el valor de las materias primas y de otros bienes intermedios utilizados en la elaboración de dichos productos) y el método de las rentas (las rentas de los asalariados, el excedente bruto de explotación -EBE- y los Impuestos indirectos netos de subvenciones).
 
Todos estos métodos, al final proporcionan una distorsión de la realidad pues no miden del todo aspectos como la transformación digital, la innovación y lo más importante, la deudaque es la clave para entender esta situación.
A mi modo de ver, la atención mediática se está centrando quizás erróneamente en los datos del PIB que durante todo el año serán distorsionados. Puede incluso que aumente el PIB durante 2020. Por tanto veo poco probable que se cumplan las previsiones del Fondo Monetario Internacional en este sentido.
Para atender la gravedad de la situación actual, creo que deberíamos prestar atención al déficit público, y al ratio de deuda en relación a ese producto interior bruto que mencionábamos. También podemos esperar un incremento de la inflación significativo como consecuencia de este súbito incremento de la liquidez. Observar el IPC también parece inteligente ya que no deja de ser un dato estadístico, objetivo, fácilmente comparable que puede dar evidencias. Solo así y de forma relativa podremos entender la situación y gravedad de las finanzas públicas.
 
Para analizar la situación de las finanzas privadas, por el contrario lo que debemos hacer es atender al dato de la mora real y la mora contable. Las entidades financieras españolas tienen entre manos hasta 100.000 millones de euros en avales ICO. El comportamiento de éstos préstamos será la clave económica más importante a seguir durante 2020. Parece por tanto que los analistas de Riesgos tendrán una importante labor en esta coyuntura, igual que sanitarios, policías y reguladores.

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